En la playa de El Moncayo, a solo tres kilómetros al sur del casco urbano de
Guardamar del Segura, se conserva un conjunto arqueológico excepcional que resume
más de mil años de historia. A escasos metros del mar se alzan dos enclaves
estrechamente vinculados: La Villa Romana del Moncayo y una construcción
fortificada andalusí conocida como la Torre del Descargador. En ambos yacimientos
se ha detectados una fase romana muy amplia cronológicamente y una islámica.
Los trabajos arqueológicos conocidos como el Moncayo, demuestran que aquí existió
primero una villa romana (cronología siglos I -III y IV-V al menos.), dedicada
probablemente a la explotación agrícola y de los recursos marinos. De ella se conservan
la gran cisterna de agua, un patio con estancias laterales y muros de sólida mampostería,
así como un horno de cal. Sobre estas ruinas, tras un periodo de abandono y expolio, se
levantó en el siglo X una pequeña mezquita rural, con su mihrab orientado hacia La
Meca, que servía a una comunidad musulmana dispersa en el litoral.
Muy cerca, a 140 m. al norte, la Torre del Descargador (siglos X-XI) se construyó
reutilizando los restos de una gran construcción romana. La Torre, de planta rectangular
y muros de tapial, con su interior tripartito y su única entrada protegida revelan una
doble función: vigilar la costa y almacenar productos de la pesca, la sal y los cultivos de
secano. Su posición dominante permitía controlar visualmente el litoral desde el cabo de
Santa Pola hasta Torrevieja. Tras su abandono, fue ocupada de forma esporádica en
época moderna. Los restos romanos subyacentes pertenecen a una gran construcción
vinculada a una villa rústica, cuyos cimientos configuran una planta compleja, formada
por una serie de estancias cuadrangulares alineadas a lo largo de un amplio corredor
frente al mar, rematado por dos grandes estancias absidadas. Estas amplias
habitaciones de cabecera curva son características de las villas del siglo IV,
destinándose a acoger funciones representativas y sociales.
El Moncayo y la Torre del Descargador ilustran la continuidad del poblamiento
costero: un paisaje que pasó de villa romana a enclave islámico, reflejando las
transformaciones políticas, económicas y medioambientales del Mediterráneo
occidental.